Extraño, muy extraño. Las formas del Ferrari Testa D'Oro salieron de la imaginación del diseñador alemán Luigi Colani y su objetivo era batir récords de velocidad a finales de los 80 y principios de los 90. Si te gusta y tienes 1,5 millones de euros sueltos en el bolsillo, te está esperando en Italia.
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Hacia tiempo que ver un coche no me producía una sensación tan clara de rechazo. Pero es una primera impresión, porque luego lo miras con detenimiento y hasta tiene su encanto. Muchos lo conoceréis ya, para todos aquellos que no, se trata de una creación realizada en 1989 por Luigi Colani sobre un Ferrari Testarossa, con la intención de batir el récord de velocidad que tenía Caracciola con el Mercedes W125 Streamliner de 1938, cifrado en 432,7 km/h.
Luigi Colani es un extravagante diseñador alemán que por los años 80 tenía entre ceja y ceja la idea de batir un récord de velocidad. Para ello, pensó que lo mejor sería hacerlo con un Ferrari, nada mejor que un Ferrari para batir récords, pero había que hacerle algunos retoques ya que por aquel entonces, lo máximo de Ferrari para calle, sin contar con el F40, era el Testarossa. Así que rápidamente se hizo con una unidad y contacto con el especialista Lotec para que le ayudara.
El mismo Colani desarrolló una carrocería que puede gustar más o menos, pero nadie puede negar que impacta en un primer vistazo. Personalmente, es de esos coches que son tan feos que finalmente, gustan. Es feo, muy feo, pero me gusta. No obstante, sus formas solo responden ante una cosa: eficacia aerodinámica. Eso es lo que buscaba Luigi Colani con esas formas. De todas formas, para batir récords de velocidad no solo se necesita una buena aerodinámica, sino también potencia, y el 12 cilindros boxer del Testarossa 'solo' ofrecía 390 CV.
Para ésto es precisamente para lo que contacto Colani con Lotec, para el motor. Manteniendo casi todo el motor intacto, Lotec instaló dos turbos para ascender el caballaje hasta los 750 y así, poder aprovechar la nueva carrocería. Pero llegado el día, no logró el objetivo y se quedó en los 340 km/h en 1990, cifra que supero al año siguiente marcando 351 km/h, récord de velocidad para un coche con convertidor católico en ambas veces.
Pero no solo modificó la carrocería, sino todo el coche por completo. El habitáculo está totalmente cambiado frente al Ferrari Testarossa, con asientos más inclinados, fibra de carbono y un optimista velocímetro tarado hasta los 500 km/h.
Oculto desde aquella vez en 1991, cuando batió el récord de velocidad en las salinas de Bonneville, ahora sale a la venta a través del distribuidor 'Purosangre Maranello' por 1,5 millones de euros. Un concesionario que tiene entre otras joyas, y además se pueden apreciar en las imágenes del 'Testa D'Oro, el Ferrari Pinin concept y un Minardi F1.
Por cierto, se me olvida comentar que se llama 'Testa D'Oro' porque las tapas de balancines son de oro...