En la industria del automóvil, como en cualquier otro sector de negocio, siempre hay valientes que se tiran a la piscina sin mirar antes si está llena, intentando dar el 'do de pecho' y hacerse un nombre, aunque en muchas ocasiones las cosas no salen como se espera. Algo que muchos fabricantes de coches de pequeño tamaño saben muy, muy bien. El problema, creo yo, es que siempre buscan algo extremadamente complicado desde el primer momento, como es lanzar un deportivo de lujo, caro y en tiradas mínimas. 

 

Solo pensar por un momento, cuantos fabricantes han aparecido de la noche a la mañana anunciando la fabricación de un 'supercoche' de prestaciones estratosféricas, fabricados con materiales exóticos, pieles de primera calidad y diseños espectaculares y luego piensa en cuantos finalmente han terminado fabricando ese coche y en que número. Pocos han logrado llevar a cabo su anuncio y muchos han terminado por cerrar al cabo del tiempo por problemas financieros. No lo entiendo, hay precedentes y aún así se empeñan en lanzar coches con los que seguramente, terminen arruinándose en lugar de pensar las cosas tres o cuatro veces y rebajar un poco las expectativas y asegurarse un futuro, aunque sea algo menos 'grandioso'.

Entre esas marcas tenemos a Gumpert en Alemania, a 9ff también en Alemania (estos pusieron contra las cuerdas al Veyron), tenemos también a TVR en Reino Unido, aunque estos estuvieron muchísimos años sobreviviendo solo en su mercado local, y por supuesto, también desde Alemania, tenemos a los protagonistas de hoy, Wiesmann, una empresa fundada en 1988 como fabricante de techos duros para descapotables, hasta que en 1993 lanzaron su primer coche completo. 

 

Voy a reconocer antes de seguir, que siempre me gustaron los roadster de Wiesmann, con ese aspecto 'neo clásico' y motores BMW. El mayor éxito de la firma vino con el Wiesmann MF3, un bonito descapotable biplaza con el motor de seis cilindros atmosférico del BMW M3 e46 y 343 CV. La primera foto de todas, la que encabeza el texto, es precisamente el Wiesmann MF3, el coche que puso en el candelero a la pequeña firma alemana y además, el que también terminó por hundirla pues BMW dejó de fabricar ese motor y pasaron a montar los motores V8 para los Wiesmann MF4 (arriba) y MF5 (abajo). Modelos que no lograron el mismo éxito del primero y que terminaron por vaciar las arcas de Wiesmann entrando el liquidación hace algo más de un año. Hay que decir que también terminó por hundir la empresa el fallido intento de homologar los Wiesmann MF4 y MF5 para Estados Unidos, algo que les habría dado el empujón definitivo que necesitaban para al menos, pagar la fábrica que habían construido en Dülmen y que es famosa por tener forma de gecko, el animal que simboliza el logotipo de la firma. 

No obstante, parece ser que unos inversores privados británicos, Berry y Anita Tatalovic, han rescatado la firma de su desaparición y están interesados en relanzar la marca de nuevo. Incluso el propio Friedhelm Wiesmann afirma que todos los requisitos legales para volver a producir vehículos están firmados y terminados. Ahora solo falta saber que harán y si retomarán de nuevo la fabricación de los MF4 y MF5 o se sacarán de la manga un nuevo modelo. Quizá sería buena idea que fueran algo más comedidos y se fijaran en los motores de cuatro cilindros TwinPower Turbo con 252 CV de BMW o incluso en los de seis cilindros turbo que usan los BMW 330i con 326 CV. 

 

Evidentemente, solo especulo y pienso sobre las posibilidades que podrían ofrecerse para no disparar costes en exceso y volver a recaer el bancarrota. Pero claro, ya sabemos como funcionan estas cosas y volverán con un superdeportivo con muchos caballos y precio desorbitado. Tiempo al tiempo.