En la historia de cada marca, siempre hay modelos que marcaron un antes y un después, mientras que otros tantos fueron fracasos para olvidar. En el caso del BMW 507, se dan curiosamente las dos opciones, marcó un antes y un después, pero también fue un fracaso para olvidar.
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Actualmente, BMW es una empresa fuerte, con un poder económico que le permite vivir en solitario y crear casi el producto que le viene en gana sin miedo a fallar y terminar arruinada. El mejor ejemplo es la submarca 'BMW i', que se encarga de los modelos 'alternativos' de la Bayerische Motoren Werke, aquellos animados por mecánicas eléctricas e híbridas de altas prestaciones, fabricados con materiales como el CFRP, el aluminio, la fibra de vidrio etc, etc.
Pero no siempre fue así, durante la década de los 50, BMW estuvo a punto de quebrar por culpa de un modelo que curiosamente, hoy es todo un icono y su cotización ha subido un 1.000% en los últimos años. Solo se fabricaron 254 unidades, siendo comercialmente un fracaso. El precioso BMW 507, modelo que ha cumplido 60 años este mismo 2015, puso al borde de la bancarrota a BMW y obligó a la familia Quandt a aumentar su participación en la empresa del 30 al 50%, lo que permitió salvarla de la desaparición.
La creación del BMW 507 hay que debérsela a la misma persona que influyó en la aparición del Mercedes 300 SL, del Porsche 356 Speedster o el Alfa Romeo Spider y cuyo nombre es Max Hoffman, el mayor importador de deportivos europeos para Estados Unidos durante los años 50 y 60. Éste, y para quien esto escribe en un movimiento de cara dura total, convenció a BMW de que tenía que poner en la calle un competidor para el Mercedes 300 SL, un coche que fue un éxito rotundo para Mercedes. Tal era su influencia, que además, no solo se 'sacó de la manga' dos deportivos para importar a Estados Unidos, sino que se permitió el lujo de desechar los primeros bocetos que presentó BMW creados por el diseñador de la firma, Ernst Loof, y propuso a Albrecht Goertz para encarar el proyecto.
Se presentó en el Hotel Waldor Astoria de Nueva York durante el verano de 1955 y posteriomente, en el Salón del Automóvil de Frankfurt del mismo año. La producción comenzó en 1958, dos años después que el Mercedes 300 SL y la demanda no llegó, ni de lejos, a cumplir con las expectativas. Mercedes logró fabricar 1.400 unidades, vendiendo 1.100 de ellas en Estados Unidos pero BMW solo alcanzó a fabricar 254 unidades, sumiendo a la firma en un problema muy serio de liquidez económica en 1959.
Como he comentado al principio, lo más curioso de este modelo es que hoy día se considera un icono de la firma y su cotización ha subido de manera escandalosa. La unidad de las imágenes, precioso sin ninguna duda, se ha subastado por RM Sotheby's durante el evento 'Driven by Disruption' por dos millones de euros.