Con casi dos millones de unidades fabricadas, el Renault 16 se convirtió en un modelo revolucionario, tanto por su diseño, como por las soluciones técnicas empleadas, aunque es uno de esos modelos muy poco conocidos en España.
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1965 fue declarado 'El Año de la Cooperación' por la Organización de Naciones Unidas, aunque en España había poca colaboración y seguía bajo el yugo franquista. Por tanto, las importaciones estaban muy limitadas y en España, la gente se perdía grandes cosas que se hacían fuera. En el caso que nos ocupa, el sector del motor en general, a España no llegaron grandes productos en aquellos años por lo limitado de las entradas en nuestro mercado, aunque teníamos algunos modelos que son recordados con cierto cariño.
Si, vale, reconozco que es darle muchas vueltas al asunto, con la única intención de crear una entradilla para el reportaje de manera interesante y amena, pero que mejor manera de intentar representar lo que ocurría en 1965, año en el que se presentó nuestro protagonista, y como se ve hoy día todo aquello. Puede servir para entender la pequeña revolución que comenzó en el sector con el Renault 16. No fue realmente un 'boom' como si lo fue el Renault 5, pero si que marcó un camino que no se había planteado y que aún hoy día, sigue siendo seña de identidad de los modelos de Renault e incluso, se sigue usando en algunas ocasiones aquel planteamiento, aunque actualmente el mercado se mueve más por la imagen de marca que realmente, por lo que el planteamiento ofrezca.
Hoy día, pensar en tener un régimen tan restringido hacia el mercado exterior representa sencillamente una locura y nos cuesta entender la situación de aquel entonces. De todas formas, todo lo que no se pudo disfrutar en la época del franquismo hay quien lo disfruta ahora, más vale tarde que nunca dicen. Además, la red de redes, el acceso a casi todo el conocimiento del ser humano, permite conocer cosas que de otra forma no habría sido posible.
No así en la década de los 60, cuando el Renault 16 entró directamente en el sector medio-alto de una manera poco ortodoxa, aunque sus más de 1,8 millones de unidades vendidas demuestran que pocos prejuicios hubo respecto a su estética, el logo de su frontal y la supuesta categoría en la que militaba. Por entonces, casi todos los miembros del segmento medio-alto eran sedanes de tres volúmenes y propulsión trasera, algo que siguen ofreciendo Mercedes y BMW por poner un ejemplo, haciendo que el R-16 destacara por encima de todos. Era un cinco puertas, un coche sin culo para que nos entendamos, y tenía tracción delantera. Era enorme por dentro para la época y jugaba con la baza de la versatilidad y la practicidad de su habitáculo, que no tiene nada que envidiar a nuestro monovolúmenes compactos actuales ya que sus asientos se podían poner en seis posiciones diferentes, destacando la regulación longitudinal del asiento trasero y los respaldo abatibles. Incluso podían desmontarse de manera rápida y relativamente sencilla.
Pero no fue fácil. Siempre que intentas hacer algo diferentes surgen problemas y de eso, en Renault saben un rato. Por ejemplo, tener un portón trasero tan grande podía otorgarle un aspecto de furgoneta y eso mermaría las ventas, así que decidieron darle mucha inclinación, pero aunque resuelto el tema de la estética, quedaba el tema de la resistencia y la rigidez; una abertura tan grande provoca problemas de rigidez del chasis, así que tuvieron que currar a tope en el apartado del chasis para que fuera lo suficientemente resistente. Además, también puede ser una fuente de ruidos y hacer el viaje incomodo.
La primera generación quizá pecara un poco de cautela, porque salió al mercado con un motor de 1.470 centímetros cúbicos con 55 CV, aunque tiraba solamente de 980 kg. Algo que se corrigió más adelante con la incorporación de un 1.565 centímetros cúbicos de 85 CV para la versión 'TS' y posteriormente un 1.647 centímetros cúbicos y 93 CV para el 'TX'. Aunque lo más interesante son algunos de los equipamientos que fue recibiendo, como por ejemplo el cierre centralizado y los elevalunas eléctricos en los '70 o una caja de cambios con tres relaciones y un sistema que era capaz de elegir la marcha más apropiada según las revoluciones del motor y la presión aplicada al acelerador, lo que hoy llamarían cambio automático adaptivo.
Y aún podemos ir un poco más allá con las anécdotas y curiosidades del Renault 16, pues se dice que un tal Stirling Moss quedó sorprendido por las cualidades del modelo de Renault y de su 'inteligente diseño' de tal manera, que aconsejó a los fabricantes británicos que compraran varias unidades y estudiaran como hacer coches prácticos. Más recientemente, Patrick Le Quément, uno de los diseñadores más controvertidos de Renault, se confesó fan incondicional del Renault 16 y afirmó que se inspiró en su frontal para diseñar las primeras generaciones del Renault Megane y del Renault Laguna.
¡Ah! y como curiosidad técnica, la rueda derecha está más adelantada que la izquierda para poder acomodar la barra de torsión trasera...