Después de la Segunda Guerra Mundial, Mercedes no estaba precisamente en su mejor momento, pero en solo siete años, pudo recomponerse y sorprender a todos con un modelo espectacular: el Mercedes 300 SL
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Aún hoy día hay gente que me pregunta por qué me gustan los Mercedes pronunciado el típico comentario de 'son coches de abuelos'. Es algo muy extendido y hasta cierto punto tiene su lógica, pues son coches que siempre han sido caros y en los pueblos, eran las personas mayores que tras una vida ahorrando y una vez jubilados, se compraban uno. Aún y así, hace años que Daimler-Benz dio un giro completo a la imagen de sus coches con diseños y prestaciones que desterraron para siempre esa imagen. Pero de todas formas, he tomado una decisión, cuando alguien me pregunte lo mismo les enseñaré uno de los mayores iconos de la marca, un coche que rompió esquemas en su día y que hoy es un mito: el Mercedes 300 SL.
Pero no solo se lo enseñaré, sino que les contaré todo aquello que pueda recordar en el momento para que de una vez, me dejen de preguntar lo mismo y para evitar, en todo lo posible, la dichosa frasecita, pues Mercedes es algo más que 'un coche de abuelos', sin desmerecer a estos últimos por supuesto. Mercedes es calidad, es técnica y es tecnología y el Mercedes 300 SL es uno de los mejores ejemplos. Para empezar porque supone el auténtico resurgir de la marca después de la Segunda Guerra Mundial solo siete años después de haber sufrido una debacle total tras la destrucción casi total de sus instalaciones durante la guerra y para continuar porque la tecnología que emplea en algunos casos, se sigue usando hoy día como si fuera un boom. Y como ejemplo, decir que este coche, lanzado en 1955, ya empleaba un sistema de inyección directa de gasolina desarrollado por Bosch, algo muy común hoy día y que los fabricantes destacaban hace muy poco tiempo como una innovación.
El Mercedes 300 SL fue, además, uno de los coches más exitosos de su época ganando toda clase de títulos y carreras con pilotos de renombre a sus mandos como Stirling Moss, quien se erigió con la segunda plaza en el Tour de France con la unidad que ilustra este reportaje, una unidad que RM Sotebhy's subasta hoy mismo con motivo del Driven by Disruption que se celebra en Nueva York.
Para muchos, el Mercedes 'alas de gaviota' es la mejor obra sellada por la firma de la estrella, una joya de la historia del automóvil que ha dado a Mercedes parte de su fama. Se hicieron un total de 1.400 unidades, de las cuales 1.100 se vendieron en Estados Unidos. Entre todos ellos destacan 29 unidades con carrocería de aluminio, otro hito del que hoy día muchos presumen, como Jaguar o Audi. Y para todos aquellos que lo desconozcan, las características puertas del modelo fueron impuestas por su chasis tubular, cuyos laterales resultaban muy altos y anchos, impidiendo el montaje de unas puertas convencionales.
Si nos centramos en nuestro protagonista, tenemos una de las primeras unidades preparadas para competir por el departamento de carreras de Mercedes sobre un 300 SL de carrocería de acero, pues resultó mucho más adecuada que la de aluminio y ofreció mejor resistencia al estrés que supone una conducción al ataque durante un tiempo prologando. Compitió siempre bajo el nombre de Mercedes, pero se sabe que Stirling Moss se puso a sus mandos como he comentado anteriormente. Fue tras la compra de la unidad a Mercedes por parte de Hans Hummel, quien se cree que también pilotó el coche cuando estaba en poder de Mercedes, aunque los registros, como he dicho, siempre fueron a nombre de la firma.
Esperan obtener entre 5 y 7 millones de dolares, una cantidad nada despreciable cuando un Mercedes 300 SL 'normal' (¿se le puede catalogar como normal?) se valora entre 500.000 y un millón de euros.
Javi Martín