Siempre han habido coches deportivos o coches que como poco, lo pretendían. Hay marcas que tienen una mano especialmente hábil para otorgar un talante deportivo a sus modelos, como Ford con los ‘Rallyes Sport’, entre los que podríamos destacar el Ford Escort RS Turbo ‘S2’.
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Mucho se está hablando últimamente del Focus RS de 350 CV, de su tracción total y de su modo ‘drift’, el coche con el que Ford ha recuperado parte de la ‘esencia RS’ que se estaba difuminando un poco. No en vano, siempre que se habla de Ford ‘Rallye Sport’ se mencionan coches como los Sierra y Escort RS Cosworth, los focus RS o los Escort RS 1.600 y RS 1.800. Modelos especialmente racing, exceptuando el Focus RS de segunda generación y su tracción delantera (para 305 CV), que tienen multitud de fanáticos en todo el mundo.
Son coches que gustan, modelos que suelen tener un comportamiento deportivo pero se dejan usar, ‘más o menos’, diariamente. Coches de rallye, coches que con un concepto diferente, ahondan en la deportividad y es que, desde hace muchos años, el concepto de coche deportivo es cada día más difícil de definir y concretar. Para unos es suficiente con tener potencia y ser rápidos en recta, para otros es necesario un buen comportamiento en curva, hay quienes sólo consideran deportivos a vehículos de dos plazas, carrocerías tipo cupé, etc, etc. Según los ojos de quien lo mire, un deportivo puede ser una cosa y otra.
Para nosotros, un deportivo es un coche con un comportamiento que permita ir muy rápido en curvas, pero hasta cierto punto exigente, acompañado de un motor potente, unos frenos generosos y una dirección que permita un control máximo. Muchas cosas que se cumplen en los Ford RS, sobre todo en algunos, como el Sierra RS Cosworth (3 puertas) o el Focus RS de primera generación. Dentro de los Ford RS hay otros miembros que cumplen con estas ideas y requisitos y que sólo los fanáticos de la ‘FoMoCo’ y de los rallyes recuerdan, como el Escort RS Turbo S2, un ‘soplillo’ nacido entre mediados y finales de los 80 y antecesor del brutal RS Cosworth que llegaría en el 92.
La saga de los Ford RS comenzó oficialmente con la presentación del Ford Escort RS 1.600 en noviembre de 1969, apadrinado por nada menos que Graham Hill, Bicampeón del Mundo de Fórmula 1. Este Escort RS 1.600 fue además, el primer Ford con motor de inyección y cambio manual de cinco relaciones, llegando luego el Ford Escort RS Turbo, con un 1.600 derivado del anterior que gracias al turbo podría superar los 270 CV, prácticamente como ocurre actualmente, que muchos emplean motores de cuatro cilindros y 1.600 centímetros cúbicos, pero hace más de 30 años. En el 86 llegó el mítico Sierra RS Cosworth y el mismo año, nuestro protagonista, el Escort RS Turbo S2. Protagonista cuyas fotos proceden del Silverstone Auctions, quienes subastaron hace poco la unidad por 30.375 libras (36.112,06 euros).
Un precio que no es precisamente bajo y más tratándose de una segunda serie, al que le ocurre algo similar que al Escort RS Cosworth. El Cosworth tuvo dos versiones, la T35 y la T28. El primero más potente y radical, de comportamiento más ‘afilado’ y un motor prácticamente de carreras y el segundo, más civilizado, con más equipamiento y no tan de carreras, justo lo que ocurre con el RS Turbo. La primera generación del RS Turbo era más racing, era un coche de homologación. El RS Turbo S2 se civilizaba un poco aunque pulía algunos fallos y ciertas criticas que recibio el anterior como unos frenos más grandes, mejoras en la caja de cambios y un turbo Garret T3 que junto a una nueva gestión de motor, rendía 132 CV a 5.750 rpm y 179 Nm a 2.750 rpm.
Cambiaron muchas cosas más como las suspensiones y la barra estabilizadora, que pasaba a ser más grande. Todo adornado con una imagen más que conocida y que seguramente, fue el sueño de muchos de los que estáis leyendo. No en balde, muchos medios especializados tuvieron muy buenas críticas para el modelo, que comenzaba con los acabados y la calidad de fabricación, una instrumentación especialmente precisa, los asientos Recaro o un ordenador de abordo que fue alabado por su precisión. No se libró de críticas como una suspensión dura y que hacia tope rápidamente si se cargaba el coche a tope con una imagen que se llegó a tildar de recargada. Habría que ver que comentan esas personas con algunos modelos actuales, como el Ford Focus RS de segunda generación, los Cosworth o modelos similares.
Antes, los coches no escondían su personalidad y cosas como los faros supletorios le otorgan ese aura de coche de rallyes que actualmente brilla por su ausencia. Comentar una cosa, si te gusta el Escort RS Turbo y andas buscando uno, debes tener claro que es un turbo a la vieja usanza, un ‘soplillo’ de los 80 que lo da todo entre 3.000 y 5.500 rpm, aunque según medios de la época, gracias al cambio de tacto ‘super preciso’ y al embrague y demás pedales, es un placer trabajar para que el motor siempre gire entorno a esos regímenes.
Javi Martín