Los rallyes siempre han sido una competición donde se han creado mitos, tanto máquinas como pilotos y Montecarlo ha sido uno de los más especiales. Tan especial como el Renault 8 Gordini.
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Desde 1973, el primer año en celebrarse el Campeonato Mundial de Rallyes, Montecarlo ha formado parte de las pruebas puntuables abriendo calendario hasta 2008, regresando en 2012 y siendo, de nuevo, la primera prueba del Mundial. Es, según la propia FIA, la ‘joya de la corona’ del WRC y la prueba más antigua del calendario. No en vano, el Rallye de Montecarlo se celebra desde 1911, cuando se buscaba potenciar el turismo en la zona y surgió la idea de crear una competición automovilística con la ciudad monegasca como meta. Quien diría que Mónaco necesita potenciar el turismo, ¿verdad?
Se dice que Montecarlo es la primera prueba de la historia en recibir el apelativo de ‘rallye’, lo que le otorga todavía más importancia histórica y por supuesto, mucho peso dentro del calendario. Tanto, que pocos rallyes pueden presumir de tener su edición ‘classic’, el Rallye de Montecarlo Histórico, que se celebra desde 1998 con un formato similar al Montecarlo tradicional, limitando la participación a automóviles que ya corrieron la prueba entre 1955 y 1980. Es una prueba donde la nostalgia es nota predominante y los participantes, auténticas joyas de la automoción que cada día toma mayor importancia y está consiguiendo que los fabricantes se dejen ver en la competición de manera oficial, como es el caso de Renault que ha acudido al Rallye de Montecarlo Histórico 2017 con cuatro Renault 8 Gordini.
El R8 era un coche serio, un sedán familiar sin más aspiraciones que la de ser un buen automóvil que hiciera la vida más cómoda a quienes se desplazaban en uno. Pero Amédée Gordini transfiguró el hasta entonces tranquilo modelo y se convirtió, en uno de los pocos sedanes deportivos a los que pidan acceder casi cualquier conductor cuando lo único disponible de características similares era el MINI Cooper, campeón de Montecarlo en 1966 por cierto, estaba el Ford Cortina Lotus, el Alfa Romeo Giulia o el BMW 1.800 Ti entre otras opciones.
Gordini ya lo había hecho antes con los Renault 4CV y con el Renault Dauphine, en esta ocasión le tocaba al Renault 8:
‘El R8 Gordini debe permitir a una amplia clientela de entusiastas y aficionados a la conducción deportiva satisfacer su pasos, sin tener que invertir más dinero de lo que un automóvil de gran serie’.
Palabras que encabezan el dossier de prensa publicado por Renault a finales de 1964. Yo lo consiguió gracias a su primera versión, con el motor 1.108 centímetros cúbicos de nueva culata y 95 CV pero sobre todo, con el R8 Gordini 1.300 de nada menos que 103 CV alimentados por dos carburadores Weber de doble cuerpo.
El R8 Gordini se hizo, además de con el corazón de los aficionados, con la victoria en el Tour de Corse en tres ocasiones (año 64, 65 y 66) y sería protagonista en Francia de una copa monomarca de promoción, la Copa Gordini. En Córcega, en la prueba de 1964, se llevó los cuatro primeros puestos y las unidades se vendían de una forma sencillamente genial para aquella época, fabricándose 12.000 ejemplares del Renault 8 Gordini hasta 1970 cuando se sustituyó por el Renault 12 Gordini del que ya adelantamos, no tuvo un éxito ni remotamente parecido.
Por desgracia, no lo vimos en España, donde FASA nos ‘regaló’ el Renault TS que con 56 CV, se quedaba lejos del Gordini aunque normal, cuando su base era el Renault S francés. Marcó toda una generación de aficionados franceses (aunque las pruebas de la época le sacaron algunos defectos) y se creó un mito que se extendió por toda Europa.
Javi Martín